viernes, 11 de septiembre de 2009

Beatrice



Nací en la otra orilla del charco que es el océano. Nací en una ciudad de mar, y mi casa mirando la bahía. Veía pasar veleros, barcos, caracolitos y nubes. Veía siempre al Vesubio amenazando. Sonaba con los otros mundos que los barcos llevaban y traían. No imaginaba ni remotamente que alcanzarlos pudiera ser algo distinto a un sueno. Soy de familia estática, que ha residido los últimos doscientos años en el mismo lugar.

Era no convencional y caprichosa, desde mi mínima edad. Apasionada y leal. Hacia los siete anos pensaba en hacerme monja. Mi padre se reía de la ocurrencia y comentaba que seria la moja de la orden de San Agustín, dos cabezas en un cojín. Tenía razón mi padre.

Junto con Sophia Loren fui pionera en Italia de los divorcios presuntos, ya que cuando quise separarme del primero de mis maridos no estaba la institución ésta vigente en mi península original, y tuve que comprar una especie de embuste documental en Méjico, para los fines filiales correspondientes, no dejando de sentirme tremendamente pecadora, respecto de mi ancestro.

Es que andaba arrastrada por el gran amor de mi vida. Quien fue un venezolano. Lo amé como alfombra persa tendida en el suelo. Le gritaba: písame. Y me pisó . Era un mestizo genial, abusivo, muy buen mozo.

Es decir llegue a Venezuela por amor a un hombre. No llegue a buscar uranio. Ni a montar una pulpería. Del hombre me desamoré . Me enamoré de este país. Como una alfombra. Sólo que ya soy sabia, y no le digo: písame, sino gracias. Porque me debo a ello. Al calor, la ternura, la imaginación, la vivacidad, la generosidad de este pueblo. Y me debo igualmente a las manipulaciones e intrigas que mis enemigos han tejido, las cuales conforman la historia de uno, igual que la dicha y la felicidad . Solamente una historia. Ni la mas trascendente, ni la mas fascinante de las tantas que integran nuestras vidas.

Tengo virtudes y vicios. Talentos y brutalidades. La poesía brota de mi ser, como un viento. Como agua. Como fuego entre dos piedras. Mi signo distintivo es el amor. No soy intelectual. Soy solamente un gran animal sensible … No más”.

Asi se describe ella en su poemario: Hubo plenilunios y tiempos publicado en 1996.

Mi amistad con Beatrice está marcada por este montaje de Cálida playa de destino, porque fue como ser confesores el uno del otro, como ir al psicoterapista, como las situaciones de Calisto con Celestina, como una escena en una película de Fellini, como encontrar una “abuela Pop” un chamo inquieto como yo.

Siempre me decía : Yo te tengo que mostrar mi ciudad natal, caminar por la bahía y mostrarte el Vesubio, tienes que conocer el Mediterráneo, ya conozco tu país, y estoy enamorada de él y de los venezolanos.


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